viernes, 16 de diciembre de 2011

Una misa poco convencional

Amanece el domingo de carnaval en El Callao, las calles están vacías, los turistas y la gente del pueblo duermen a causa de la intensa celebración de la noche anterior, el mercado amanece friendo el famoso “domplín”, los “medios pintos” no se hacen esperar, las cocineras se alteran por el calor intenso del fogón y los embadurnados de negro humo gritando amenazantes: !Dame un medio o te pinto¡ (en la actualidad este “medio” llega a costar de 5 a 20 bolívares para evitar los manchones). Los visitantes ríen a esa hora de la madrugada con algo de exageración, quizás producto del alcohol.

Madama “Lulú” Basanta llevando ofrenda
en su última misa 2009.
Fotógrafo Marcel Naranjo.

A las 09:00am de par en par se aprecian las puertas de la iglesia ubicada en la plaza del pueblo, mujeres adornan con flores los rincones del templo para convertirlo en lo que en unas horas será el escenario para la misa de las madamas junto a las reinas, ritual que es costumbre año tras año. A un costado de la iglesia micrófonos están siendo probados para el grupo de la Fundación Negra Isidora, que será responsable de emperifollar esta misa poco convencional al mejor estilo del calipso.
Ya son las 11:00am y las madamas se preparan para acercarse a la iglesia, a lo lejos en la plaza ya se observan los colores brillantes de sus trajes, un montón de gente las rodea y desean tomarse fotos con ellas, a pesar de que están bañadas en sudor debido a las telas de sus esplendorosos trajes (es algo gruesa), pero eso no detiene el entusiasmo por entrar a la misa, que será el inicio del camino hacia la comparsa que durará alrededor de 7 horas… hay quienes desearían que fueran más.
Madamas a la salida de la misa.
Fuente: http://orinoquiaphoto.com
Dos horas después suenan las campanas de la iglesia, militares bordean la entrada y se colocan en fila para iniciar la ceremonia, cual séquito de reinas y a las figuras políticas que hacen presencia en ese día, empieza la misa y la música de entrada es al ritmo del famoso calipso Isidora, las sonrisas, las fotos, periodistas, políticos y las reinas a ser coronadas hacen el escenario perfecto para darle júbilo a esta celebración.
2 de la tarde, a esa hora ya han finalizado los rituales de la misa católica,  proceden a la coronación de la reina infantil y juvenil de la comparsa, luego de los aplausos, inmediatamente se escucha el percutir de los famosos Bumbac (tambores), que van acompañando a las reinas, es allí cuando las calles cambian de función y se convierten en la pasarela al paso del calipso, los disfraces y comparsas, que se pasearán por el pueblo haciendo ciertas paradas, recordando el pasado y adornando el presente del carnaval.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Miguelina Conde: madama misteriosa

Fuente: Jorge Guevara (calipsodelcallao.blogspot.com
Ella es la última madama de su generación, promotora de los carnavales desde hace más de 50 años y tras la desaparición física de Isidora Ágnes, Kenton St. Bernard y Lourdes Basanta, Miguelina Conde es el ejemplo vivo para mostrar a las nuevas generaciones, la importancia cultural que tienen los carnavales del municipio El Callao en el estado Bolívar. Nació el 8 de mayo de 1.936, a sus 75 años de edad conserva buena salud, se muestra lúcida y con una excelente memoria, vestida con algunos colores característicos  que recuerdan al carnaval, se dispone a responder esta entrevista de personalidad.
Recuerda con importancia el día de su nacimiento, un viernes, porque asegura que “es importante saber el día en que uno nace, a pesar de que eso no determina tu futuro, más allá de los signos zodiacales, es significativo”.  Abatida por el sueño y con sus cabellos color de luna, comenta su primer encuentro con el carnaval: “Mis raíces del carnaval fueron inculcadas por mis padres de crianza, (sus tíos, debido a la temprana muerte de sus progenitores), recuerdo que en aquella época la personas eran muy serviciales, El Callao albergaba visitantes de Francia, de las Isla de Martinica, ingleses y  mucha gente con cultura”.
Al mencionar su infancia, ella recuerda que el carnaval “era juicioso”, por ejemplo a las 12 del mediodía no se permitía jugar al carnaval con agua y  todo el mundo respetaba esa ley, hoy piensa que la celebración se ha tornado desordenada  “es un bacanal,  ya no es el tributo a la cultura en sí”. Con añoranza expresa que el amor que siente “es por los carnavales de los días pasados, el tipo de baile, la música, la tranquilidad de aquellos días, donde todos nos conocíamos”.
Vida de madama
Fuente: Jorge Guevara (calipsodelcallao.blogspot.com)
El traje de madama era la vestimenta común, “representa el folklore, ¡Detesto eso trajes de madama que tienen mucho periquito”!, esta mujer retrocede al pasado y con melancolía menciona a madame Lafí, Popo… “mujeres normales, cuya ropa era el traje que hoy es usado como disfraz y que antes para nosotros era un símbolo de respeto”. Asidua a sus creencias cristianas, cada celebración carnestolendas asiste a la misa en honor a las madamas puntualmente y vestida con su característico traje “en la religión católica crecí, viví y allí me muero”.
A partir del año 1965 y después de una presentación cultural-gastronómica de las regiones venezolanas bajo la presidencia de Raúl Leoni en Caracas, “el estado Bolívar fue el que batió records de audiencia y recuerdo que presentamos la comida típica, el domplín, no hubo con quien no peleó”. (Para referirse a todos los presentes que probaron este plato callaoense). Para esta madama dedicada al baile del calipso y participante primordial en los carnavales de El Callao, resalta con orgullo haber compartido con personajes como Kenton St. Bernard, Lourdes Basanta e Isidora Ágnes, “nosotros éramos como hermanos, nos tratábamos de amigos, era un grupo donde cada quien cumplía sus funciones”.
Finaliza definiendo el carnaval como una “fiesta para el encuentro de todos sus pobladores y visitantes”, donde el calipso se traduce en “satisfacción” para sus oídos. A ella, como a la mayoría de las madamas y madamos acostumbra despertar tras una taza de té negro, como un ritual diario.